Es la denominación filatélica del primer matasellos mudo. Se conocen en color rojo, azul y negro. Según los datos manejados por F. Alonso, el 24 de febrero de 1850 se repartieron a las diferentes administraciones, llegando a León, 12 de estos canceladores.

Cedemos la palabra a J. Majó-Tocabens, donde en su libro tiene un apartado «Versión de cómo llegó el «araña»:

La disposición fué que los sellos quedaran matasellados con el timbre de fechas, pero por lo visto, a la jovencita reina Isabel II no debióle gustar mucho que le emborronaran la carita, y refunfuñando lo expuso a su ministro. Éste, buscando solución al asunto, pidió proyectos para salvar aquella supuesta falta de respeto, y surgió un herrero establecido en Madrid, llamado Tomás Miguel, quien presentó varios modelos, uno de los cuales mereció la aprobación del ministro, el cual encargó 600 «sellos» para inutilizar los sellos de franqueo. Estos cuños presentaban cuatro arcos de círculo unidos y cuatro flechas que sobresalen; tenían un mando de madera fina y su virola, y valían diez y ocho reales cada uno.